QUINTO PERIODO GENERAL: LA IGLESIA REFORMADA (DESDE LA CAÍDA DE CONSTANTINOPLA HASTA LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS (1453 – 1648)

FUERZAS RECTORAS QUE ENTENDIERON A LA REFORMA

En este período de doscientos años, el gran acontecimiento que despertó la atención fue la Reforma. Empezó en Alemania y se esparció por todo el norte de Europa y trajo como resultado el estable-cimiento de iglesias nacionales que no debían fidelidad a Roma. Notemos algunas de las fuerzas rectoras que antecedieron a la Reforma y ayudaron grandemente a su progreso. Una de estas fuerzas fue el notable movimiento conocido como el Renacimiento o el despertar de Europa a un nuevo interés en la literatura, el arte y la ciencia; el cambio de los métodos y propósitos medie-vales a los modernos.
En la Edad Media, el interés de los estudiantes recayó en la verdad religiosa, con la filosofía relacionada a la religión. Como vimos, los principales pensadores y escritores fueron hombres de la iglesia. Pero en este despertamiento surgió un nuevo interés en la literatura clásica, el griego y el latín, en el arte, separándose pronto de la religión. Con ese interés vinieron los primeros destellos de la ciencia moderna. Por lo general, los líderes del movimiento no eran sacerdotes ni monjes, sino laicos, sobre todo en Italia. Aquí comenzó el Renacimiento, no como un movimiento religioso, sino literario. Sin embargo, no era abiertamente antirreligioso, sino más bien escéptico e investigador. La mayoría de los estudiantes italianos del período fueron hombres faltos de vida religiosa. Aun los papas de ese tiempo se distinguían más bien por su cultura que por su fe. Al norte de los Alpes, en Alemania, Inglaterra y Francia, el movimiento era más religioso. Despertó un nuevo interés en las Escrituras, en el griego y hebreo, y una investigación de los verdaderos fundamentos de la fe, aparte de los dogmas de Roma. Por todas partes, tanto al sur como al norte, el Renacimiento debilitaba a la Iglesia Católica Romana.
La invención de la imprenta vino a ser un heraldo y un aliado de la reforma venidera. El descubrimiento lo hizo Gutenberg en Maguncia, el Rín, en 1455. Este consistía en que los libros podían imprimirse con tipos movibles y distribuirse con facilidad por millares. Antes de esta invención, se copiaban a mano. Una Biblia en la Edad Media costaba el salario anual de un obrero. Es significativo que el primer libro que Gutenberg imprimió fue la Biblia, demostrando así el deseo de esa época. La imprenta puso a las Escrituras en uso común y condujo a su traducción y circulación en todos los idiomas europeos. La gente que leía el Nuevo Testamento pronto comprendía que la iglesia papal estaba muy lejos del ideal del Nuevo Testamento. Y en cuanto se escribían las nuevas enseñanzas de los reformadores, se publicaban en libros y folletos que circulaban por millones por toda Europa.
También surgió en Europa el espíritu nacionalista. Este difería de las luchas medievales entre emperadores y papas en que era más bien un movimiento popular antes que uno relacionado con reyes. El patriotismo de los pueblos comenzó a manifestarse en la inconformidad en cuanto a la autoridad extranjera sobre sus propias iglesias nacionales; en resistirse a los nombramientos de obispos, abades y dignatarios de la iglesia que hacía un papa en un país distante; en un deseo de no contribuir del "óbolo de Pedro" para el sostén del papa y la construcción de majestuosos templos en Roma; y una determinación de reducir el poder de los concilios eclesiásticos, poniendo al clero bajo las mismas leyes y cortes con los laicos. Este espíritu nacionalista fue un gran apoyo al movimiento de reforma.
Mientras el espíritu de reforma e independencia despertaba por Europa, la llama estalló en Alemania, en el electorado de Sajonia, bajo la dirección de Martín Lutero, un monje y profesor en la Universidad de Wittenberg. Notemos algunos de sus primeros períodos. El papa reinante, León X, en virtud de que necesitaba grandes sumas de dinero para terminar el templo de San Pedro en Roma, permitió a un agente llamado Juan Tetzel, que fuese por Alemania vendiendo certificados, firmados por el papa. Su objetivo era perdonar todo pecado, no solo de los poseedores del certificado, sino también de los amigos vivos o muertos en cuyo favor se comprasen, sin la confesión, el arrepentimiento, la pena o la absolución por un sacerdote. Tetzel decía a la gente: "Tan pronto como su moneda suene en el cofre, el alma de sus amigos ascenderá del purgatorio al cielo." Lutero predicaba en contra de Tetzel y su venta de indulgencias, denunciando abiertamente su enseñanza.
La fecha exacta que los historiadores fijan como el principio de la gran Reforma es 31 de octubre de 1517. En la mañana de ese día, Martín Lutero clavó en la puerta de roble de la Catedral de Wittenberg un pergamino que contenía las noventa y cinco tesis o declaraciones, casi todas relacionadas con la venta de indulgencias, pero en su aplicación atacaba la autoridad papal y sacerdotal. Los gobernantes de la iglesia en vano procuraron restringir y lisonjear a Lutero. Permaneció firme y la tempestad solo le hizo más resuelto en su oposición a las doctrinas y prácticas no apoyadas por las Sagradas Escrituras. Después de muchas controversias y la publicación y distribución de folletos con las opiniones de Lutero por toda Alemania, sus enseñanzas se condenaron formalmente. De ahí que en junio de 1520 una bula" del papa León X lo excomulgara. Se le ordenó a Federico el Sabio, Elector de Sajonia, que le entregase a Lutero para juzgarlo y castigarlo. Sin embargo, en vez de esto, le dio amplia protección pues simpatizaba con sus ideas. Lutero recibió la excomunión con desafío llamándola "la bula execrable del anticristo", y ello de diciembre la quemó públicamente a las puertas de Wittenberg ante una asamblea de profesores de la universidad, de estudiantes y el pueblo. Con la bula del papa también quemó copias de los cánones o leyes establecidas por las autoridades romanas. Este acto constituyó la renuncia final de Lutero a la Iglesia Católica Romana.
En 1521, Lutero fue citado ante la Dieta o Concilio Supremo de los gobernantes alemanes, reuniéndose en Worms, en el Rin. El nuevo emperador, Carlos V, le prometió un salvo conducto y Lutero fue a la asamblea. Aunque sus amigos lo amonestaron, pues podría encontrar la misma suerte de Juan Hus en circunstancias parecidas en el Concilio de Constanza, en 1415. Lutero dijo: "Iré a Worms aunque me acechen tantos demonios como tejas hay en los tejados." El 17 de abril de 1521 Lutero estaba ante la Dieta, presidida por el emperador. En respuesta a la pregunta de si quería retractarse de las declaraciones de sus libros, después de considerarlo respondió que no podía retractarse de nada excepto de lo que desaprobara la Escritura o la razón, terminando con las palabras: Aquí estoy. No puedo hacer otra cosa. Que Dios me ayude. Amén." Al emperador Carlos V lo instan para que prendiese a Lutero, ofreciendo como razón que la fe no podía guardarse con los herejes, pero le permitió salir de Worms en paz.
Mientras Lutero viajaba de regreso a su hogar, de pronto los soldados de Federico el Elector lo apresaron y llevaron para su seguridad al castillo de Wartburg en Turingia. Permaneció allí disfrazado cerca de un año, mientras que tempestades de guerra y revuelta rugían en el imperio. Pero no estuvo ocioso pues durante su retiro tradujo el Nuevo Testamento al alemán, obra que por sí sola lo hubiera inmortalizado porque su versión se considera el fundamento del idioma alemán escrito. Esto fue en 1521. Varios años después se terminó el Antiguo Testamento. Al regresar del Wartburg a Wittenberg, reasumió la dirección del movimiento en favor de una Iglesia Reformada, exactamente a tiempo para salvarle de sus excesos extravagantes. La división de los estados alemanes en las ramas reformadas y ro-manas fue entre el norte y el sur. Los príncipes meridionales dirigidos por Austria, se adhirieron a Roma, mientras que los del norte eran en su mayoría seguidores de Lutero.
En 1529, se celebró una Dieta en Espira con la vana esperanza de reconciliar las dos partes. En esta dieta los gobernantes católicos eran mayoría y condenaron las doctrinas de Lutero. Los príncipes prohibieron toda enseñanza del luteranismo en los estados donde no había llegado a dominar. En los estados que ya eran luteranos se requirió que a los católicos se les permitiese ejercer libremente su religión. A esta desequilibrada ley los príncipes luteranos hicieron una protesta formal y desde ese tiempo se les conoció como protestantes y sus doctrinas como la religión protestante.

LA REFORMA EN OTROS PAÍSES

Mientras la Reforma estaba en sus épocas primitivas en Alemania, el mismo espíritu brotó en muchos países de Europa. En el sur, como Italia y España, abatieron despiadadamente la Reforma. En Francia y los Países Bajos la causa de la Reforma pendía en la balanza de la duda. Sin embargo, en medio de las naciones del norte la nueva religión era victoriosa sobre toda oposición y dominaba los países.
La Reforma en Suiza se levantó independiente de la de Alemania, aunque simultánea con ella, bajo la dirección de Ulrico Zwinglio que en 1517 atacó "la remisión de pecados" mediante peregrinaciones a un altar de la Virgen de Einsieldn y en 1522 rompió de manera definitiva con Roma. La Reforma se organizó formalmente en Zurich y pronto llegó a ser más radical que en Alemania. Sin embargo, una guerra civil entre cantores católico-romanos y protestantes, en la cual murió Zwinglio (1531), estorbó su progreso. Sin embargo, la Reforma siguió adelante y más tarde su líder llegó a ser Juan Calvino, el teólogo más grande de la iglesia después de Agustín.
Las Instituciones de la religión cristiana, publicadas en 1536 cuando Calvino solo tenía veintisiete años, se convirtieron en las normas de la doctrina protestante. El reino escandinavo que comprendía en ese tiempo a Dinamarca, Suecia y Noruega bajo un mismo gobierno, recibió pronto las enseñanzas de Lutero favorecidas por el rey Cristián II. Por un tiempo, la lucha política y la guerra civil estorbaron el progreso de la Reforma, pero al final los tres países aceptaron las ideas luteranas. En Francia, la Iglesia Católica Romana poseía más libertad que en el resto de Europa. De ahí que hubiera menos demanda de independencia eclesiástica de Roma. Sin embargo, un movimiento religioso se levantó entre el pueblo francés, aun antes que en Alemania, porque en 1512 Jacobo Lefevre escribió y predicó la doctrina de la "justificación por la fe". De la corte y del pueblo surgieron dos partidos. Los reyes que ascendieron, aunque católico-romanos nominales, se ponían indistintamente de parte de uno y otro partido. No obstante, el protestantismo recibió casi un golpe mortal en la terrible matanza del Día de San Bartolomé, el 24 de agosto de 1572, cuando asesinaron vilmente a casi todos sus líderes e incontables millares de sus adeptos.
La fe reformada vivió frente a una terrible persecución y una minoría del pueblo francés ha sido protestante. Aunque pequeño en número, el protestantismo francés ha ejercido gran influencia. Los Países Bajos, comprendiendo lo que ahora son los reinos de Holanda y Bélgica, estuvieron al principio del período de la Reforma bajo el dominio de España. Pronto recibieron las enseñanzas reformadas, pero los regentes españoles los persiguieron con severidad. En los Países Bajos la reforma era una demanda de libertad política y religiosa, y la tiranía de España condujo al pueblo a sublevarse. Después de una larga guerra y un increíble sufrimiento, los Países Bajos, bajo la dirección de Guillermo el Taciturno, al fin obtuvieron su independencia de España, aunque no se reconoció hasta 1609, veinticinco años después de la muerte de Guillermo. Al norte, Holanda llegó a ser protestante, pero Bélgica mantuvo su mayoría católica romana.
El movimiento de Reforma en Inglaterra pasó por varias épocas de progreso y retroceso, por sus relaciones políticas, por las diferentes actitudes de los soberanos que se sucedían y por el espíritu conservador de la naturaleza inglesa. Empezó en el reino de Enrique VIII con un grupo de jóvenes estudiantes de la literatura clásica y la Biblia. Algunos de ellos, como Sir Tomás Moro, se detuvieron en su progreso y permanecieron católicos, mientras que otros prosiguieron con valor la fe protestante. Uno de los líderes de la Reforma inglesa fue Guillermo Tyndale, quien tradujo el Nuevo Testamento a la lengua madre, la primera versión en inglés después de la invención de la imprenta. Esta, más que cualquiera otra, ha modelado todas las traducciones desde entonces. En 1536, Tyndale sufrió el martirio en Amberes.
Otro líder fue Tomás Cranmer, arzobispo de Canterbury. Después de ayudar a hacer protestante a Inglaterra, se retractó bajo la romanista reina María Tudor, con la esperanza de salvar su vida. Sin embargo, cuando lo condenaron a morir quemado, revocó su retractación. De Enrique VIII, la Reforma recibió ayuda y también estorbo. Este se separó de Roma porque el papa no quería aprobar su divorcio de la reina Catalina de Aragón, hermana del emperador Carlos V. Estableció una Iglesia Anglicana, con él mismo como jefe, y mató tanto a romanistas como a protestantes que diferían de sus ideas. Bajo Eduardo VI, solo un joven que reinó poco tiempo, la causa de la Reforma progresó mucho. Dirigida por Cranmer y otros, se estableció la Iglesia de Inglaterra, y el Libro de Oración Común compiló su rica y rítmica forma de lenguaje. La reina María Tudor, quien sucedió a Eduardo VI, era una fanática romanista y emprendió la tarea de llevar otra vez a sus súbditos a la iglesia antigua mediante la persecución. Reinó solamente cinco años, pero en ese tiempo más de trescientos protestantes sufrieron martirio. Con el ascenso de Isabel I, la más apta de todos los soberanos de Inglaterra, las prisiones se abrieron, los exilios se revocaron, la Biblia se honró de nuevo en el púlpito y en el hogar, y durante su largo reinado, que se le ha dado el nombre de "la época de Isabel", la época más gloriosa de la historia inglesa, la Iglesia de Inglaterra se estableció de nuevo y tomó la forma en que ha continuado hasta hoy.
Al principio la Reforma tuvo un progreso muy lento en Escocia, donde la iglesia y el estado los gobernaban la férrea mano del cardenal Beaton y la reina regenta, María de Guise, madre de la reina María de Escocia. Al cardenal lo asesinaron, la reina regenta murió y pronto Juan Knox, en 1559, asumió la dirección del movimiento reformador. Mediante sus ideas radicales e inflexibles, su firme determinación e irresistible energía, aun en contra del ingenio y la atracción de su romanista soberana, reina María de los escoceses, pudo barrer todo vestigio de la antigua religión y llevar la Reforma mucho más adelante que la de Inglaterra. La Iglesia Presbiteriana, según planeó Juan Knox, llegó a ser la iglesia oficial de Escocia.

LOS PRINCIPIOS DE LA RELIGIÓN REFORMADA

A principios del siglo dieciséis, la única iglesia en Europa occidental era la Iglesia Católica Romana, evidentemente segura de la lealtad de todo reino. Antes de finalizar ese siglo, cada país del norte de Europa al oeste de Rusia se había separado de Roma y había establecido su propia iglesia nacional. Aunque en los países del norte de Europa había diferencias en doctrinas y organización debido a la Reforma, sin embargo, no es difícil encontrar la plataforma común de todas las iglesias protestantes. Los principios de la Reforma pueden considerarse cinco.
El primer gran principio es que la verdadera religión se funda en las Escrituras. Los católico-romanos habían sustituido la autoridad de la Biblia con la autoridad de la iglesia. Enseñaban que la iglesia era infalible y que la autoridad de la Biblia se debía a que la iglesia la autorizaba. Prohibían las Escrituras a los laicos y se oponían decididamente a toda traducción que se hiciera en el lenguaje usado por el pueblo común. Los reformadores declaraban que la Biblia contenía las reglas de la fe y práctica, y que no debía aceptarse ninguna doctrina a menos que la Biblia la enseñase. La Reforma trajo de nuevo la Biblia perdida al pueblo y colocó sus enseñanzas sobre el trono de la autoridad. Es por medio de los reformadores, y sobre todo en los países protestantes, que la Biblia ahora circula por millones de copias todos los años.
Otro principio establecido por la Reforma fue que la religión debía ser racional e inteligente. El romanismo había introducido doctrinas irracionales en el credo de la iglesia, como la transubstanciación; pretensiones absurdas como las indulgencias papales en su disciplina; costumbres supersticiosas como la adoración de imágenes en su ritual. Los reformadores, aunque subordinando debidamente la razón a la revelación, reconocían la primera como un don divino y demandaron un credo, una disciplina y una adoración que no violase la naturaleza racional del hombre.
Una tercera gran verdad a la que se le dio énfasis en la Reforma fue la de la religión personal. Bajo el sistema romano existía una puerta cerrada entre el adorador y Dios, y para esa puerta el sacerdote tenía la única llave. El pecador arrepentido no confesaba sus pecados a Dios, sino al sacerdote. No obtenía perdón de Dios, sino del sacerdote, quien únicamente podía pronunciar la absolución. El adorador no oraba a Dios el Padre por medio de Cristo el Hijo, sino por medio de un santo patrón que se suponía intercedía por él ante un Dios demasiado elevado para que un hombre se allegase a él en esta vida terrena. En efecto, se consideraba a Dios como un ser poco amigable que debía aplacarse y apaciguarse mediante la vida ascética de mujeres y hombres santos, cuyas oraciones eran las únicas que podían salvar a los hombres de la ira de Dios. Los de mentes piadosas no podían ir a la Biblia en busca de dirección, sino tenían que recibir sus enseñanzas indirectamente según las interpretaban los concilios y cánones de la iglesia. Los reformadores acabaron con todas esas barreras. Dirigían al adorador hacia Dios como el objeto directo de oración, el dador in-mediato del perdón y gracia. Llevaban a cada alma a la presencia de Dios y a la comunión con Cristo.
Los reformadores también insistían en una religión espiritual, diferente a una religión formalista. Los católico-romanos habían sobrecargado la sencillez del evangelio con múltiples formas y ceremonias que oscurecían por completo su vida y espíritu. La religión consistía en servicios externos rendidos bajo la dirección sacerdotal y no en la actitud del corazón hacia Dios. Sin duda, hubo muchas personas sinceras y espirituales en la Iglesia Católica Romana, hombres como Bernardo de Claraval, Francisco de Asís y Tomás de Kempis que vivían en íntima comunión con Dios. Pero en la iglesia en general, la religión era de letra y no de espíritu. Los reformadores enfatizaban más las características internas de la religión, que las externas. Pusieron de manifiesto la antigua doctrina como una experiencia vital, "la salvación por la fe en Cristo y únicamente por la fe". Proclamaron que la justificación no es por formas y observancias externas, sino por la vida interna, "la vida de Dios en el alma de los hombres".
El último de estos principios en la obra práctica de la Reforma fue el de una iglesia nacional, diferente a una mundial. El propósito del papado y del sacerdocio fue subordinar el estado a la iglesia, y hacer que el papa ejerciera autoridad suprema sobre todas las naciones. Dondequiera que el protestantismo triunfaba surgía una iglesia nacional, gobernada por sí misma e independiente de Roma. Estas iglesias nacionales asumían diferentes formas: episcopal en Inglaterra, presbiteriana en Escocia, algo mixtas en los países del norte.

LA CONTRARREFORMA

No mucho después que empezó la Reforma, la Iglesia Católica Romana realizó un poderoso esfuerzo a fin de recuperar el terreno perdido en Europa, destruir la fe protestante y promover las misiones católico-romanas en países extranjeros. A este movimiento se le llama la Contrarreforma. La reforma dentro de la iglesia se intentó hacer mediante el Concilio de Trento, convocado en 1545 por el papa Pablo III. Su principal objetivo fue investigar y poner fin a los abusos que propiciaron el surgimiento de la Reforma. El Concilio se reunió en diferentes tiempos y en más de un lugar, aunque por lo general se reunía en Trento, Austria, a ciento veintidós kilómetros al noroeste de Venecia. Se componía de todos los obispos y abades de Venecia. Duró casi veinte años, a través de los reinados de cuatro papas, de 1545 a 1563. Se tenía la esperanza que la separación entre católicos y protestantes se pudiera arreglar y la iglesia volviera a unirse, pero esto no pudo efectuarse. A la larga, se hicieron muchas reformas y se establecieron definitivamente las doctrinas de la iglesia. Incluso los protestantes admiten que los papas después del Concilio de Trento fueron mejores que muchos de los que gobernaron antes. El resultado del concilio puede considerarse como una reforma conservadora dentro de la Iglesia Católica Romana. Una influencia muy poderosa en la Contrarreforma fue la Orden de los Jesuitas, que en 1534 estableció un español, Ignacio de Loyola.
Esta era una orden monástica caracterizada por la combinación de la más estricta disciplina, intensa lealtad a la iglesia y a la orden, profunda devoción religiosa y un marcado esfuerzo para hacer prosélitos. Su propósito principal era combatir el movimiento protestante con métodos públicos y secretos. Llegó a ser tan poderosa, que se acarreó la oposición más severa aun en los países católico-romanos. Se suprimió en casi todos los estados de Europa y, por decreto del papa Clemente XIV (1773), se prohibió en toda la iglesia. Sin embargo, por un tiempo continuó en secreto, después abiertamente y al final los papas la reconocieron de nuevo. Ahora es una de las fuerzas más potentes en esparcir y fortalecer la Iglesia Católica Romana por todo el mundo. La persecución activa fue otra arma empleada para apagar el creciente espíritu de reforma. Es cierto que los protestantes también persiguieron, incluso hasta muerte, pero generalmente su motivo era más político que religioso. En Inglaterra, la mayoría de los que murieron fueron católicos que conspiraron contra la reina Isabel. Mientras que en el continente cada gobierno católico-romano procuraba extirpar la fe protestante mediante la espada. En España, se estableció la Inquisición y se torturaron y quemaron un sinnúmero de personas. En los Países Bajos, los gobernantes españoles se propusieron dar muerte a todos los sospechosos de herejías.
En Francia (en 1572), el espíritu de persecución llegó a su apogeo con la matanza del Día de San Bartolomé, que se prolongó por varias semanas después. Según cálculos, se cree que perecieron de veinte mil a cien mil personas. Estas persecuciones en los países en que el protestantismo no dominaba en el gobierno, no solo retardaron la marcha de la Reforma, sino que en algunos de ellos, sobre todo en Bohemia y España, la aplastaron. Los esfuerzos misioneros de la Iglesia Católica Romana deben reconocerse como una de las fuerzas de la Contrarreforma. En su mayor parte, estos esfuerzos los dirigían los jesuitas. Trajo como resultado la conversión de todas las razas nativas de América del Sur, México y gran parte del Canadá. Asimismo, en el establecimiento de grandes misiones en la India y los países circunvecinos por San Francisco Javier, uno de los fundadores de la orden jesuita. Las misiones católico-romanas en los países paganos empezaron siglos antes que las misiones protestantes y han aumentado grandemente el número y poder de dicha iglesia.
En 1618, un siglo después de iniciada la Reforma y como resultado inevitable de intereses y propósitos opuestos de los estados reformados y católicos de Alemania, comenzó una guerra que a la larga enroló a casi todas las naciones europeas. En la historia se le conoce como la Guerra de los Treinta Años. Rivalidades políticas y religiosas se vieron involucradas y estados de la misma fe a veces estaban en bandos contrarios. La lucha siguió por casi una generación y toda Alemania sufrió en forma inconcebible. Al final, en 1648, la gran guerra terminó con la paz de Westfalia, que fijó los linderos de los estados católico-romanos y protestantes de la manera que han continuado hasta hoy. De modo que puede considerarse que el final del período de la Reforma ocurrió en este momento.

LIDERES DEL PERIODO

En una época tan importante, comprendiendo tantos países y repleta de tan grandes resultados, necesariamente hubo muchos líderes, tanto del lado reformado como del católico-romano. Solo podemos citar unos cuantos en nuestro breve relato del movimiento. Desiderio Erasmo nació en Rotterdam, Holanda, en 1466. Fue uno de los eruditos más grandes del período del Renacimiento y de la Reforma. Lo educaron y ordenaron en un monasterio, pero en 1492 abandonó el sacerdocio y se dedicó a la literatura. En diferentes épocas vivió en París, Inglaterra, Suiza e Italia, pero por lo general su hogar estuvo en Basilea, Suiza. Ya antes de comenzar la Reforma era un crítico inflexible de la Iglesia Católica Romana. Esto se ve en muchas de sus obras, de ellas la que más circuló fue Elogio de la Locura. Su mayor y más valiosa obra fue su edición del Nuevo Testamento en griego en una traducción latina. A pesar de que Erasmo hizo tanto como cualquier hombre de su época en la preparación para la Reforma, nunca se unió al movimiento. Por fuera, siguió siendo católico y criticó a los reformadores con tanta agudeza como lo hizo con la iglesia antigua. Murió en 1536.
Es indiscutible que la figura principal del período fue MARTÍN LUTERO, "el fundador de la civilización protestante". Nació en Eisleben, en 1483, hijo de un minero, quien con gran esfuerzo le envió a la Universidad de Erfurt. Lutero aspiraba ser abogado, pero de repente escuchó el llamamiento para la carrera de monje y entró al monasterio agustino. Lo ordenaron al sacerdocio y pronto llamó la atención por su habilidad. En 1511, lo enviaron a Roma y regresó desencantado por lo que allí vio de mundanalidad y maldad en la iglesia. En ese mismo año, empezó su carrera de reformador atacando la venta de "indulgencias", o de perdón de pecados, y como ya vimos, clavó sus tesis en la puerta de Wittenberg. Cuando lo excomulgaron, citaron a Roma y el papa León X lo condenó en su ausencia, quemó la bula o decreto papal en 1520. El 18 de abril de 1521 dio su célebre respuesta en la Dieta de Worms. Cuando iba de regreso a su hogar y debido a que corría el peligro de que sus enemigos lo asesinaran, sus amigos lo capturaron y escondieron en el castillo de Wartburg por casi un año. Aquí se dio a la tarea de traducir el Nuevo Testamento al alemán. Al regresar a Wittenberg, volvió a asumir la dirección de la Reforma. En 1529 se hizo un esfuerzo para unir a los seguidores de Lutero y de Zwinglio, pero sin éxito alguno debido al espíritu firme e inflexible de Lutero. Fue autor de muchos escritos que circularon en toda Alemania, pero el más influyente de todos fue su incomparable traducción de la Biblia. Murió mientras visitaba el lugar de su nacimiento, Eisleben, el 18 de febrero de 1546, a los sesenta y tres años de edad.
JUAN CALVINO, el teólogo más grande del cristianismo desde San Agustín, obispo de Hipona, nació en Noyon, Francia, el 10 de julio de 1509 y murió en Ginebra, Suiza, el 27 de mayo de 1564. Estudió en París, Orleans y Bourges. En 1528 abrazó las enseñanzas de la Reforma y lo desterraron a París. En 1536 publicó en Basilea sus Instituciones de la religión cristiana, que llegaron a ser la base de la doctrina de las iglesias protestantes, excepto la luterana. En 1536 huyó a Ginebra, donde vivió, con la interrupción de unos cuantos años de destierro, hasta su muerte. Su academia protestante, que fundó con Teodoro Beza y otros reformadores, llegó a ser uno de los principales centros del protestantismo en Europa. Las teologías calvinista y luterana poseen características racionales y radicales que han inspirado a los movimientos liberales de los tiempos modernos, tanto en el estado como en la iglesia, y han contribuido poderosamente al progreso de la democracia en todo el mundo.
TOMÁS CRANMER puede considerarse el líder de la Reforma inglesa por su posición como el primer protestante a la cabeza de la iglesia.
Cuando era joven, le agradó al rey Enrique VIII porque sugirió que se apelara a las universidades de Europa sobre la cuestión del divorcio del rey británico. Prestó servicios a Enrique VIII en varias embajadas y lo nombraron arzobispo de Canterbury. Aunque progresista en sus ideas, era también tímido y flexible, ejerciendo su influencia para medidas moderadas de reforma en la iglesia, en vez de radicales. Durante la menoría del rey Eduardo VI fue uno de los regentes y pudo adelantar la causa del protestantismo. El servicio mayor de Cranmer fue haber sido uno de los compositores del Libro de Oración Común y escritor de casi todos los artículos de religión. Con el ascenso de la reina María, lo depusieron de su arzobispado y lo encarcelaron. Bajo el peso del sufrimiento se retractó de sus opiniones protestantes con la esperanza de salvar su vida, pero lo condenaron a morir en la hoguera. Antes de su martirio, en 1556, renunció a su retractación y murió valientemente, extendiendo en el fuego su mano derecha con la cual había firmado su retractación, para que fuese la primera en arder.
JUAN KNOX fue el fundador de la Iglesia Escocesa y bien se le ha llamado "el padre de Escocia". Nació en 1505 o cerca de ese año en la Baja Escocia. Recibió su educación y ordenación para el sacerdocio en la Universidad de San Andrés, pero en lugar de entrar al pastorado ejerció como maestro. No fue sino hasta que tenía cuarenta y dos años de edad, alrededor de 1547, cuando abrazó la causa de la Reforma. Los aliados franceses de la reina regente lo apresaron junto a otros reformadores y lo enviaron a Francia, donde sirvió en las galeras. Sin embargo, le dieron la libertad y pasó algunos años desterrados en Inglaterra bajo el rey Eduardo VI y, después del ascenso de la reina María, en Europa continental. En Ginebra conoció a Juan Calvino y adoptó sus ideas, tanto en doctrina como en gobierno de la iglesia. En 1559 volvió a Escocia e de inmediato se convirtió en el líder, casi el gobernante absoluto, de la Reforma en su país. Logró que la fe y orden presbiterianas alcanzaran importancia suprema en Escocia y dirigió una reforma más radical que en ningún otro país de Europa. Murió en 1572. Mientras su cuerpo descendía a la tumba, Morton, el regente de Escocia, lo señaló diciendo: "¡Aquí yace un hombre que nunca tuvo temor!"
Entre los grandes hombres de este período, al menos deben citarse dos de los más eminentes en el lado católico-romano.
Uno de ellos fue IGNACIO DE LOYOLA, español, quien nació en 1491 ó 1495 de una familia noble, en el Castillo de Loyola, de donde tomó su nombre. Hasta los veintiséis años de edad fue un soldado valiente, aunque disoluto; pero después de una grave herida y de una larga enfermedad, se dedicó al servicio de la iglesia. En 1534 fundó la Sociedad de Jesús, más conocida como los Jesuitas, la institución más poderosa de los tiempos modernos para la promoción de la Iglesia Católica Romana. Sus obras fueron muy pocas. Entre ellas está la Constitución de la Orden, que prácticamente no se ha alterado hasta la actualidad, y sus cartas y Ejercicios espirituales, una obra que a pesar de ser pequeña ha ejercido gran influencia no solo entre los jesuitas, sino también en todas las órdenes religiosas católicas. Ignacio de Loyola debe reconocerse como una de las personalidades más notables e influyentes del siglo dieciséis. Murió en Roma el 31 de julio de 1556 y lo canonizaron en 1622.

SAN FRANCISCO JAVIER nació en 1506 en la sección española de Navarra, en ese tiempo un reino independiente en ambos lados de los Pirineos. Fue uno de los primeros miembros de la Sociedad de Jesús, y tomó como su obra el departamento de misiones extranjeras, de lo cual llegó a ser el fundador moderno. Estableció la fe católico-romana en la India, en la isla de Ceilán, Japón y otros países del Lejano Oriente. Comenzaba su trabajo en la China cuando murió de repente de una fiebre, en 1552, a los cuarenta y seis años de edad. Durante su corta vida efectuó la conversión de millares de paganos; y siguió después de su muerte. Como resultado de sus planes y labores los católico-romanos en el Oriente ahora constituyen muchos millones. En toda su vida Javier demostró un espíritu manso, tolerante y generoso, que ha hecho su memoria querida tanto para protestantes como para católicos.